Primero pensé que amaba mis tobillos, luego mis
pies. Con el tiempo me di cuenta de que sólo quería mis zapatos. No, príncipe,
no te los voy a dar. Te quedaste con aquel zapatito de marfil que con tanto
esmero hizo mi hada madrina. Hasta mataste a un pobre ratoncito-chofer del
carruaje para robarlo. Tendrás que conseguir tu propio par de zapatos.
2.12.13
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