2.12.13
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En un pastiche está todo permitido. En un pastiche imaginario, más aún. Aquí falta el límite de lo sólido, y se manipulan palabras, pensamientos, chauchas y palitos. Tenga cuidado con los bordes filosos de algún soldadito irreverente que pueda emigrar del caprichoso juego de dos infantes, y huya si se cruza con alguna bruja, que también, es ogro, que también es princesa y que además escribe.
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