8.12.13

Cine mudo

Todo hubiera sido más fácil si no hubiéramos dicho nada. El riesgo de perdernos en el discurso hubiera sido menor de tener letreros sin sonido entre algunas escenas. Necesitamos un guionista que escriba nuestro destino. Te prohíbo volver a pronunciar una palabra: volvamos a los años veinte, donde la gente gritaba con los ojos y reía con el alma.
6.12.13

Rapunzel celosa

Este hombre era casi imperceptible. Diminuto, ínfimo, no podría describirlo porque nunca lo vi con claridad. Pero me enamoré de él instantáneamente, pues dijo que nunca me abandonaría. Y yo me enamoré, como cada vez que un hombre me hacía una promesa. Tan chiquito y con un corazón tan grande: de no creer. Se anudó a mi trenza, y más de una vez lo perdí en la maraña, y él como una araña se trepaba con sus manos chiquitas y gritaba: "¡te amo!". Yo volvía a enamorarme, porque no hay nada más hermoso que un hombre inalcanzable que cada tanto grita que te ama. La sensación es indescriptible. De vez en cuando discutíamos, y entonces me tiraba del pelo, o señalaba mis canas, y mi trenza, que para ese momento ya tenía vida propia, se erizaba, ofendida. El problema surgió cuando la pelada muerte pasó por la torre. Me enfurecí, me envenené, eché fuego y víboras por la boca. Me pusé celosa por cómo él, enano maldito, le miró la pelada. Me poseyeron todos los demonios barbados y peludos, y sacudí de tal forma la trenza, que lo arrojé directamente sobre la pelada de la Muerte. Ella, agradecida, me guiñó un ojo, y como premio, me hizo inmortal. Ahora tengo que estar sola en la torre, por los siglos de los siglos, con esta trenza medio desplumada, pero todavía sin canas.
4.12.13

Werewolf

Los aparecidos, los extraterrestres, los posesos y demás, dan miedo, pero puede ser que no existan. Sin embargo, los hombres lobo existen. El lobo se reconoce por su barba. Más precisamente por los colores de su barba. Cuantos más colores tiene una barba, más peligroso el lobo que la porta. Algunos lobos son fácilmente reconocibles porque nunca se adaptaron al medio y muestran los dientes antes de ladrar (estos son los menos peligrosos). Los que deben alarmarnos son los que, con esa barba que cae como un arcoiris por una colina, sonríen y se mezclan entre nosotros como si fueran uno más.

Blancanieves a través del espejo

Probablemente nunca la encuentren. La niña de boca roja atravesó el espejo sin que su madrastra pudiera salvarla. Ni bien ocurrió la desgracia hasta la propia reina bruja se sorprendió: ya no tendría un motivo para estar enojada con el mundo, y lloró desconsoladamente. Ya no sentiría esos invasivos deseos de degollar a la niña como una gallina. Blancanieves, ahora convertida en esas criaturas que moran en los espejos, sólo se limitaba a ver lo que ocurría en la cámara real. La reina lloraba y lloraba, el rey se sorprendía porque nunca creyó que su hijita le inspirara tanto cariño a ese corazón por momentos inconmovible. Se había enamorado de ella por su hermosura obscena; no precisamente por su sensibilidad.
 La pequeña princesa de labios rojos se desesperó al ver la tristeza del monarca. Desde su nuevo reino de nieve pensó en su madre y dedujo que tal vez ella también se había perdido en algún espejo de la bruja.
3.12.13

El príncipe princesa

Una vez se despertó con el extraño deseo de besar intensamente al jardinero del reino. Se limitó a mirarlo en silencio. Al príncipe le pareció raro que nadie le hacía caso ni se dirigía a él para consultarle sobre el destino de los caballos, los campesinos revoltosos o el próximo baile. Como no tenía ganas de lidiar con nada de eso, siguió callado. También tuvo ganas de besar a su primo Rupaul, incluso al amigo de éste, Ishmael. No pudo detener el irrefrenable e indecoroso impulso de sacarse la ropa y correr desnudo en el campo. Fue entonces cuando descubrió que se había convertido en una princesa -de ahí que todos lo trataran como si fuera invisible-. Adquirió presencia y visibilidad, finalmente, cuando lo (la) vieron desnuda. Todavía siguen buscando al príncipe. 
2.12.13

Pronuncio peras

Nunca te acerques a hombres de peras pronunciadas: huelen bien, parecen buenos, sus orejas tienen aroma a caramelo y flores orientales. No mires sus maxilares, su quijada, su boca, porque estarás perdida. Si hueles alguna de estas características, corre hacia el lobo más próximo, pídele una bala de plata y termina con tu vida.

Blancanieves y los siete enanos

Seis de nosotros confían en Blancanieves; el resto pelea por su vida.

Caperucita Roja y abuelita

Mi abuela come lobos: en matambre, en sándwich, en guisos, en sopas, en tortillas, en tartas, en brochettes, en escabeche, en conservas. Yo soy su cómplice en las cacerías, pero ya me estoy empezando a aburrir. El otro día me encariñé con un lobito. Me di cuenta de que no me hubiera hecho nada malo; simplemente me siguió porque se sentía solo. Mi abuela es una desalmada. Me arma el cesto con una tranquilidad que me exaspera, como si fuera mi obligación, hasta la eternidad, ayudarla a conseguir sus –vamos a llamarlos así- refrigerios. Además cada día está más insaciable. Al principio esperaba a cocinarlos para hincarles el diente. Ahora no aguanta y se toma un poco de sangre en una copa, y recién ahí junta fuerzas para cocinarlos, marinarlos o especiarlos. Estoy en el extremo más alejado de la cocina y aún siento el olor de las entrañas cocidas del pobre animal. Menú de hoy: lomo de lobo.
Primero pensé que amaba mis tobillos, luego mis pies. Con el tiempo me di cuenta de que sólo quería mis zapatos. No, príncipe, no te los voy a dar. Te quedaste con aquel zapatito de marfil que con tanto esmero hizo mi hada madrina. Hasta mataste a un pobre ratoncito-chofer del carruaje para robarlo. Tendrás que conseguir tu propio par de zapatos.
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