La pregunta más elemental de todas podría ser: “¿Quién va a dirigir la película?” Alguien, sin comillas, va a responder: nadie (con minúscula). De acuerdo a esta lógica nos aventuramos a preguntar quién dirigirá entonces a la víctima del psicópata. Si no hay director, no hay dirección del sentido, ergo, los límites se desdibujan y quien debería ser la víctima, puede llegar a ser el victimario, y así. Nos encontramos en un film desconocido, y lo único que sabemos es que hay un psicópata (máxime dos). No sabemos de quién es la culpa, ni quién cometerá el crimen. Sólo se oyen gritos.
25.11.13
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