27.11.13

The marrying kind

Una vida vestida de blanco o de rosa o de violeta. Una vida vestida o desnuda, mientras viva. Un diseño único en su forma, con telas de oriente y cola kilométrica, con miles de damas de compañía (o como se llamen) llevándome en comparsa hacia un futuro, un susurro, un murmuro. Y esas voces que siempre se escuchan en la iglesia (porque todos hablan bajo en la iglesia). Que alguien indique sabiamente que no estoy bautizada, y que ante los ojos de dios, soy una pecadora. Se supone que ante sus ojos, todos lo somos, sólo que algunos vienen con la solución debajo del brazo. Mi vestido y yo; no mi novio y yo. Vestida para la muerte, o para la vida. Pero vestida, ante los ojos de dios y ante los ojos de los pecadores, aún de los pescadores. Me pregunto si hago lo correcto, como pecadora que soy. Pienso en el vestido de novia de mi abuela, en Lyon, en los museos a los que debería ir ahora que soy una mujer casada, ahora que tendré una vida vestida de blanco, rosa o violeta.

Cinderella

Que conste que yo hubiera tirado la chancleta si no fuera porque una sirvienta me alertó acerca del príncipe. Dijo que era coleccionista de chancletas y princesas. Si encontraba un calzado, tenía que conseguir su par, y si encontraba una princesa, tenía que enamorarla. Ah, no... Puedo hacerle frente a todo, pero no a un rompecorazones. Me entregué una vez a un príncipe que decía amarme con locura: esa fue la última vez que tiré la chancleta. 

25.11.13
La pregunta más elemental de todas podría ser: “¿Quién va a dirigir la película?” Alguien, sin comillas, va a responder: nadie (con minúscula). De acuerdo a esta lógica nos aventuramos a preguntar quién dirigirá entonces a la víctima del psicópata. Si no hay director, no hay dirección del sentido, ergo, los límites se desdibujan y quien debería ser la víctima, puede llegar a ser el victimario, y así. Nos encontramos en un film desconocido, y lo único que sabemos es que hay un psicópata (máxime dos). No sabemos de quién es la culpa, ni quién cometerá el crimen. Sólo se oyen gritos.

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